Vivir en constante disponibilidad a las necesidades ajenas
es una forma de imitar a Jesús, quien siendo Dios, no vino a ser servido sino a servir.
En diversas ocasiones proclamará el Señor que no vino a ser servido sino a servir.
En la noche anterior a su Pasión y Muerte, como enseñando algo de suma importancia, y para que quedara siempre clara esta característica esencial del cristiano, lavó los pies a sus discípulos, para que ellos hicieran también lo mismo.
Los cristianos, que queremos imitar al Señor, hemos de disponernos para un servicio alegre a Dios y a los demás, sin esperar nada a cambio; servir incluso al que no agradece el servicio que se le presta. En ocasiones, muchos no entenderán esta actitud de disponibilidad alegre. Nos bastará saber que Cristo sí la entiende y nos acoge entonces como verdaderos discípulos suyos. El «orgullo» del cristiano será precisamente éste: servir como el Maestro lo hizo. Pero sólo aprendemos a darnos, a estar disponibles, cuando estamos cerca de Jesús. «Al emprender cada jornada para trabajar junto a Cristo, y atender a tantas almas que le buscan, convéncete de que no hay más que un camino: acudir al Señor.
»¡Solamente en la oración, y con la oración, aprendemos a servir a los demás!».
De ella obtenemos las fuerzas y la humildad que todo servicio requiere.
Nuestro servicio a Dios y a los demás ha de estar lleno de humildad, aunque alguna vez tengamos el honor de llevar a Cristo a otros, como el borrico sobre el que entró triunfante en Jerusalén. Entonces más que nunca hemos de estar dispuestos a rectificar la intención, si fuera necesario. «Cuando me hacen un cumplido -escribe el que más tarde sería Juan Pablo I-, tengo necesidad de compararme con el burro que llevaba a Cristo el día de ramos. Y me digo: "¡Cómo se habrían reído del burro si, al escuchar los aplausos de la muchedumbre, se hubiese ensoberbecido y hubiese comenzado -asno como era- a dar las gracias a diestra y siniestra!... ¡No vayas tú a hacer un ridículo semejante...!"», nos advierte.
Servicio alegre, como nos recomienda
Estás invitado a servir con alegría y para Cristo, recordá que en una oportunidad alguien lo hizo por vos sin pedir nada a cambio. "Gratis recibiste, dar también gratuitamente"
Cuando somos generosos en esta entrega a los demás, sin andar demasiado pendientes de si lo
agradecerán o no, de si lo han merecido.... comprendemos que
«servir es reinar».
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